Notas del día

Solidaridad a México desde Colombia, Vocal anuncia movilización

Presentamos una carta que esperamos sea firmada por todas las personas que se solidarizan con la dignidad y la defensa de la vida. La resistencia de
nuestros hermanos mexicanos es nuestra resistencia. Por eso esperamos que
esta carta cobre vida y sea circulada y firmada para demostrarles a todas
las víctimas del terror que no están solas y que su lucha es la nuestra.
Ante la decisión de realizar esta Marcha Nacional por la Justicia y Contra
la Impunidad en México, nos convocan. Convocan un torrente incontenible.
Carta Abierta a:
Familiares y víctimas de Terror contra México y sus pueblos Organizadores
y participantes de la Marcha Nacional por la Justicia y Contra la
Impunidad. Pueblo Mexicano, conscientes, conmovidos, espectadores e
indiferentes.
Solidaridad desde Colombia:
Ni muertos nos desaparecen, estamos marchando y son apenas los primeros pasos

Ante la decisión de realizar esta Marcha Nacional por la Justicia y Contra
la Impunidad en México, nos convocan. Convocan un torrente incontenible.
Una cantidad de gritos y amarguras. Una alegría de afectos que no podemos
nombrar. Por eso les escribimos. Desde el lugar de la humanidad y de los
pueblos negándonos a pasar de agache para alimentar las codicias
insaciables de siempre, aceptar mentiras como noticias y sufrir el terror
ejercido en nuestro nombre para acabarnos. Acá vamos a nombrar sin poder,
lo que hay que marchar para marcharlo con ustedes.
Es con nosotras y nosotros esta Marcha de ustedes, esta injusticia, esta
impunidad infame. Es contra nosotras y nosotros. Lo que experimentaron en
Colombia, aún mientras nos lo siguen imponiendo, lo reconocemos en las
noticias de México y en lo que estas callan. Nos llega, como de cualquier
barrio y pueblo de Colombia, porque es lo mismo y son los mismos y es
contra las y los mismos. Son los mismos los beneficiaros, los diseñadores
del terror, los que tienen que sentir nuestros pasos sumados. Estas líneas
son muchísimo más que unas palabras solidarias. Más que un recuento
apretado y eternamente insuficiente e impotente de verdades. Nos duele
igual y nos agobia la misma soledad.
También nos vienen matando con una agenda sistemática y ordenada, bandas
criminales, escuadrones paramilitares, mentidas insurgencias y la fuerza
pública de nuestro país en una articulación cómplice de terroristas contra
los pueblos, para el bien del capital. Nos importa poco que se dispare y
se asesine con un pretexto o el otro. Los asesinos le sirven a los mismos,
vengan de donde vengan  las balas. Nuestra sangre y dolor es el mismo y
para el mismo propósito, acá y allá.
También en Colombia nos vienen diciendo en contra de toda evidencia y de
toda verdad, que los gobernantes luchan contra los terroristas y los
carteles. También sabemos que Pastrana, Uribe y Santos entre muchos y
todos los demás presidentes, como Calderón, Fox, Salinas de Gortari y
otros, han sido agentes del terror. El terror obedece a una agenda fría y
calculada que ellos ejecutan. Para matarnos mandan a nombre de quienes
pagan.
Para entender este horror de sangre y lágrimas, basta con reconocer a los
beneficiarios. Después de 5 millones de personas desplazadas por medio de
la violencia, los territorios de Colombia han sido despejados para las
grandes empresas, para las transnacionales, para el capital financiero
transnacional. No es únicamente cuando termina esta guerra interminable
cuando ganan y obtienen las ganancias. El terror también es el negocio.
Baja los precios de las regalías que nos quedan por la explotación-robo de
las minas, el petróleo, los agrocombustibles, aumenta las ventajas para
inversionistas y especuladores interesados en negocios de explotación en
las tierras despojadas, aumenta los ingresos por el comercio y gasto de
armamentos, justifica la consolidación de complejos militares industriales
mientras se realizan jugosos contratos en los que se intercambia despojo,
dolor, terror y muerte por dinero. Y mucho más. Y mucho peor que
marcharemos hasta arrancar del olvido y las mentiras para que llegue con
nuestros pasos la verdad para que se haga justicia.
Mientras corremos a refugiarnos, marchamos a los cepelios, lloramos de
terror o dolor, exigimos que aparezcan desparecidas y desaparecidos, las
cifras de dolor aumentan. La agenda se cumple. En Colombia, habíamos
sufrido hace 5 años, tres veces más desaparecidas y desaparecidos que en
todas las dictaduras del Cono Sur combinadas. Tres veces más asesinatos.
Millones más desplazadas y desplazados. Las organizaciones sociales
desmanteladas. La gente entretenida, rebuscándose para sobrevivir y
malvivir, vendiéndose individual y colectivamente en cualquier lugar por
una moneda o llenando las esquinas por limosnas. La dignidad es un verbo
de tinta que cuesta sangre en las miradas cansadas de llorar. Se miente.
Se convierte en jugoso mercado el dolor privatizado en el mercado de la
amragura. La gente se divide. Se aguanta. Se queda sola, solita, cada cual
con su miseria porque este terror incluye en su ecuación que no nos
importe, que no nos duela lo de las y los demás. Incluyen en su cálculo
que nos sentimos impotentes, incapaces, vencidas y vencidos. Incluye el
silencio. Con silencio se acaban de robar lo que queda.
Les contamos que acá en Colombia han descubierto fosas comunes también.
Que las siguen descubriendo y encubriendo. Que hay miles allí sin
identificar. Miles. También encontraron cámaras de gas. También
entrenaron, como allá en la operación “Fast and Furious” los EEUU, el
ejército de los Estados Unidos, a paramilitares, escuadrones de la muerte,
carteles y bandas criminales. Los gringos, en coordinación con mercenarios
israelíes y británicos entre otros. Pero acá, estas fueron noticias de un
día y no pasó nada porque a la poca gente que marchó, el resto la miró
pasar.
Acá no hay una guerra popular ni en defensa de los pueblos. Acá hay una
guerra contra los pueblos, por las riquezas de nuestro país y de nuestros
territorios, contra los pueblos y la vida. Una guerra total y de
exterminio contra la dignidad y contra la consciencia, el mayor desafío
contra el exterminio. Colombia se convierte, región por región, en un
inmenso campo de exterminio, de concentración, del fascismo global al que
le sobra gente, le sobran competidores a las transnacionales y les faltan
recursos para procesar y acumular luego de transformar la vida toda en
mercancía y basura. Esta es una guerra para acabar con lo que sobra de
vida para que los más ricos puedan seguir acumulando. Ellos hacen la
agenda de nuestros gobernantes arrodillados que, para recibir un huesito
con carne del imperio, solamente tienen que obedecer, matarnos,
despojarnos, militarizarnos, reprimirnos, imponer las leyes de ellos,
hacer la propaganda para ellos y entregarlo todo, incluídos los cadáveres
y las fosas comunes. Colombia y México, como Haití y Honduras, no son
países, son fabricas de muertos. Ese es nuestro mayor producto nacional.
Leemos las noticias de México desde hace tiempo y las leemos para
reconocer que son las de Colombia. Que es lo mismo pero allá. Que así como
el otro fascismo empezó con pueblos embrutecidos y masificados por
declarar guerras y ocupar para imponer campos de exterminio, estos
fascistas de ahora, aprendieron y no necesitan declarar las guerras
totales, o no declaran los motivos por los que las hacen, sino que las
implementan con la complicidad de quienes nos gobiernan y nos roban. Pero
también, con el respaldo de quienes, según sus cálculos, llenan las plazas
para las fiestas y las manifestaciones de estupidez, mientras la crisis
del capital se resuleve con terror, propaganda y muerte.
Por eso la noticia de la Marcha Nacional por la Justicia y Contra la
Impunidad desde México la reconocemos como una palabra de los silenciados
que empieza a escucharse. La presencia de las víctimas que se hace camino.
La dignidad de quienes señalan al Gobierno y a sus patrones nos convoca.
Porque México es acá, en este lugarcito del cuerpo, de los cuerpos que
señalamos y que estalla de amargura y rabia. Porque estamos marchando
quienes no podemos llegar.- Porque por fin, POR FIN, allá nos nombran a
nosotras y nosotros. Porque nos ayudan. No nos han matado en silencio e
impunidad. La Marcha es de una Nación desde México. La Nación presente
desde el futuro de pueblos a quienes todo el poder no ha vencido ni
vencerá.
Ahora, con todo respeto terminamos. Con humildad cerramos. Esta carta
nombra las ausencias, las muertes, las miserias de quienes ni siquiera
estadísticas llenan y llenamos. Acá, en el silencio que sigue, en la
ausencia que no podrá llenarse jamás, acá mismo y allá marchando, están
todas y todos. Víctimas de la máquina de terror a quienes arrancamos de
los anzuelos de la traición y de la codicia para que caminen en nosotras y
nosotros hasta cuando todo este oprobio se caiga, por mano nuestra. Nos
están matando para enriquecerse, para seguirnos matando. Para robarse todo
lo que se han venido robando hace más de 500 años. Nos están matando, pero
ni muertos nos morimos, porque empezamos a marchar.
Marchamos desde la Marcha por la Justicia y contra la Impunidad, con todo
respeto y en silencio, para que se escuche la algarabía tormentosa de
tanta muerte cansada de callar. Allí con todas y todos por la vida.
Tejido de Comunicación de la ACIN
Micheal O Tuathail, sindicalista, Vancouver, Canadá.
Rete Italiana di Solidarietá Colombia Vive
Carlos Jimenez
Manuel Rozental
David Venegas, Oaxaca, Mexico
http://www.nasaacin.org/component/content/article/1-ultimas-noticias/2001-solidaridad-desde-colombia-ni-muertos-nos-desaparecen-estamos-marchando-y-son-apenas-los-primeros-pasos

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