Opinión

Pido la Palabra

Por: Raúl Maldonado  Mendoza
UNA HISTORIA QUE NOS LLENA DE ESPINAS LAS MANOS.-Obispo Arturo Lona Reyes, infatigable en su peregrinar por llevar apoyos a las comunidades marginadas.DEDICATORIA: SAN FRANCISCO LA PAZ, SOLAR PATRIO. ¡PIDO LA PALABRA! Desde esta tribuna periodística para decirte, que un enamorado de las letras 
acompaña su caminar con un montón de hojas que mima como un tesoro, y lo es, claro está; en estas páginas vive el relato a fragmentos de la lucha de un pueblo: San Francisco la Paz, agencia municipal de Santa María Chimalapa.
 Constantino García es protagonista de estos ires y venires en defensa de su tierra y su riqueza forestal, y  deja por escrito sus vivencias.
Las fotos nos hablan de un paraíso, de un edén asediado, y por muchas partes arrasado. Unida a esta historia está el nervio cálido y fraterno del padre obispo Arturo Lona Reyes, que a sus 81 años, salió el día de ayer a la capital oaxaqueña con una comisión de pueblos zoques para dar el toque final a proyectos sociales.
Constantino relata: “asediadas por el desarrollo humano, las selvas tropicales se han convertido en una especie en peligro de extinción”.
Cierto es que, hace medio siglo en México había 20 millones de hectáreas; hoy  quedan menos de dos millones y la cuarta parte se encuentra en la selva de los chimalapas, la más importante reserva biótica del país, es una de las cuatro áreas de mayor riqueza natural en el mundo, y la principal en Mesoamérica. Los Chimalapas han resistido milagrosamente un implacable proceso de destrucción, a pesar de su inaccesibilidad natural le permite todavía conservar altas zonas vírgenes. La Historia de San Francisco la Paz es una de tantas miles de historias que abundan en la patria mexicana de marginación y pobreza extrema. Historia también de esfuerzos y afanes, de proyectos y sueños, que se han ido conquistando, en el actual gobierno se inauguró el puente que comunica a esta población, que en tiempos de lluvia era imposible cruzar el famoso “Río Salsipuedes”, y permanecían incomunicados por semanas.
De estas tareas sociales y muchas más Constantino, quien ha sido agente municipal y protagonista en protestas y luchas, va deslizando la pluma en papeles y más papeles sueltos que según comenta “podrá ver ya en un libro en un tiempo muy cercano”. Ha quedado atrás –sigue diciendo- cuando a San Francisco la Paz sólo se llegaba a pie o por vereda o en cayuco por el río Uxpanapa, Constantino nos habla largo y tendido de esta congregación chinanteca fundada en 1957, este lugar posee unas ruinas arqueológicas precolombinas. Nos lee una declaración de aquellos años, que sigue siendo esencia de su caminar: Declaramos: que seguimos vivos, y seguimos honrando en nuestros pueblos la digna memoria de quienes nos nacieron al mundo y, con su sabiduría y amor, nos enseñaron a ser los indios que somos, los que de la tierra venimos, los que del maíz vivimos los que del color de la esperanza nos vestimos, los que hermanas y hermanos verdaderos somos. Somos los indios que somos. Que en su nombre y con su palabra, palabra verdadera, sembrada desde antiguo en el fondo de nuestro corazón, con dignidad y respeto decimos que pueblos somos. Que cuando pueblo decimos que somos, es porque llevamos en nuestra sangre, en nuestra carne y en nuestra piel toda la historia, toda la esperanza, toda la sabiduría, la cultura, la lengua y la identidad, toda la raíz, la sabia, la rama, la flor y la semilla que nuestros padres y madres nos encomendaron, y en nuestras mentes y corazones quisieron sembrar para que nunca jamás se olvidara o se perdiera…
  LA FRASE A REFLEXIONAR: “SÓLO HASTA QUE SE HAYA TALADO EL ÚLTIMO ÁRBOL, CONTAMINADO EL ÚLTIMO MAR Y MUERTO EL ÚLTIMO PEZ, EL HOMBRE ENTENDERÁ QUE NO SE PUEDE COMER EL DINERO”.

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