El doble discurso es una discrepancia entre lo que se dice y lo que se hace. Es una forma de esquivar, encubrir y reforzar el costo de una decisión. A veces es inconsciente porque se forjó en la infancia con el doble discurso del adulto y cuyo resultado son una serie de traumas.
Por: Zaratustra
Lo anterior se ejemplifica claramente con el diputado priísta Elías Cortés López, según informan –fuentes a la bancada del PRI- que la campaña emprendida por el congresista, en contra del Consejo General del Instituto Estatal Electoral de Oaxaca y Participación Ciudadana, “son patadas de ahogado” ante la posible resolución del Tribunal Federal Electoral, -la cual según expertos en constitucionalismo-, favorecerá al Congreso, dejando así fuera de la jugada a los tricolores.
Ahora, la reflexión gira en dos grandes temas, el doble discurso del diputado istmeño y la responsabilidad del nuevo órgano electoral. Ya que la sociedad oaxaqueña que vivió con árbitros parciales (IEE) por más de una década exige entre otras cosas, un verdadero organismo autónomo en su funcionamiento e independiente en sus decisiones.
En tanto, quienes tenemos memoria política y recordamos las actuaciones de nuestros flamantes representantes populares, concluiremos en que el PRI y Elías Cortés pretenden no perder sus beneficios políticos-personales qué por muchos años recibieron del árbitro electoral.
Le recordaré, por si lo olvido el ex secretario general del tricolor, que la noche en que se nombraron a los nuevos Consejeros Electorales del IEEyPC, los únicos diputados del PRI que justificaron su ausencia fueron Carolina Aparicio y Germán Rojas Walls, mientras que toda su bancada participó en la instalación de la sesión e incluso en la primera ronda de votación.
Y en la cual, el mismo Elías Cortés votó a favor del quien hoy critica, -Alberto Alonso Criollo-, por si fuera poco, “el crítico” diputado cuestiona un proceso del que formó parte, a tal grado que su firma aparece en el primer dictamen de la Comisión que integró a los consejeros electorales.
Resultará interesante preguntarle por qué cambió de opinión. Sus motivos habrá tenido, pero no puede descalificar un acuerdo en el que originalmente él participó, de lo contario sólo refleja discrepancia entre lo que se dice y lo que se hace.
No obstante, deberá recordar la actitud misógina que tomó en contra de su compañera de partido Bernarda Benítez Santiago, quien “renunció por cuestiones personales a su curul”, espacio que hoy ocupa el representante del PRI ante el IEEyPC.
