Opinión

OPIZ se deslinda de Josefina Aranda Bezaury

Hace muchos años, vivir en una comunidad alejada de la escuela primaria, me obligó a iniciar mis estudios cuando mi hermana menor tenía seis años. Había que apurarse y tuve la fortuna de tener buenos maestros, maestros que nos pusieron prácticamente a competir con los grados superiores. Demostramos que éramos buenos y nos ayudaron exentando el tercer grado.
AL PUEBLO EN GENERAL
A LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
A LOS ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS
PRESENTES:
Hace muchos años, vivir en una comunidad alejada de la escuela primaria, me obligó a iniciar mis estudios cuando mi hermana menor tenía seis años.
Había que apurarse y tuve la fortuna de tener buenos maestros, maestros que nos pusieron prácticamente a competir con los grados superiores.
Demostramos que éramos buenos y nos ayudaron exentando el tercer grado.
En esos años, cuando apenas estudiaba la primaria soñaba con ser licenciado en derecho, era un soñador.
Otra vez, en mi pueblo no había secundaria y aunque intenté inscribirme en una en la ciudad de Oaxaca, fue imposible.
Iniciado el ciclo escolar, mi tía Paulina vino a la fiesta anual en septiembre y me llevó con ella al Distrito Federal.
No fue fácil pero al final me pude inscribir en una escuela de nueva creación, en vacaciones, el último día de clases corría a casa de mis padres, en tren o en autobuses de segunda, viajando aunque fuera parado para poder ayudar en las labores del campo.
A pesar de las limitaciones económicas, obtuve el mejor promedio general de aquella primera generación.
El siguiente paso fue presentar examen para ingresar a la UNAM, quedando inscrito en la Preparatoria número 5, en ir a clases y regresar a casa se perdía prácticamente todo el día y la situación económica no mejoraba, tenía que trabajar ahora los fines de semana, además, la situación familiar tampoco marchaba bien.
Después de mucho pensarlo decidí abandonar los estudios, apenas iniciado el segundo año de preparatoria y regresar a ayudar a mi numerosa familia en la labores del campo.
Las limitaciones económicas en la familia me sumergieron en un mar de necesidades por resolver y el tiempo transcurrió rápidamente.
Participé en una cooperativa de ahorro y crédito y en otra de consumo, pero mis escasos conocimientos eran insuficientes para darme por satisfecho.
Pensando en una actividad que fuera más remunerativa que el arado, me inscribí en el CBTis 123 en la carrera de mecánica automotriz.
El contacto nuevamente con las aulas y el entorno en que vivíamos en aquellos años, me remitieron a la vieja intención de ser licenciado en derecho.
Intenté inscribirme en la UABJO, pero me dijeron que por haber cursado el bachillerato para una carrera terminal,  debía cursar nuevamente el bachillerato, esta vez me inscribí en la preparatoria número de la señalada universidad.
Mi primer hijo estaba por nacer y suspendí nuevamente los estudios para dedicarme de tiempo completo al trabajo.
En eso estábamos cuando un quince de julio de 1998, fui desaparecido en la Agencia Municipal de San Felipe del Agua por elementos policiacos, en el sexenio de Diódoro Carrasco Altamirano.
Eternamente largos fueron aquellos 25 días de torturas físicas y psicológicas, después, 40 días de segregación e incomunicación en el reclusorio de Matías Romero, en el Istmo de Tehuantepec.
Ahí, además del trabajo, debí continuar por lo menos con la lectura de libros, periódicos y revistas a pesar de las limitaciones que imponían los carceleros, procuraba escribir regularmente para denunciar las violaciones a derechos humanos de que era objeto.
Trece meses se arrastraron lentamente, antes de ganar un amparo para ser trasladado a la Penitenciaría Central de Oaxaca.
Cinco meses después, Diódoro Carrasco Altamirano ordenó mi traslado al Penal de Máxima Seguridad conocido en ese entonces como Almoloya, corría el mes de febrero del año 2000.
Una vez que salí del Área Restringida de Máxima Seguridad y me trasladaron al Módulo 8, otra vez a buscar que leer, estar al día del acontecer nacional, leyendo sobre todo prensa nacional y algunos libros que proporcionaba la biblioteca, incursionar un poco en  la pintura.
Conocer a los otros indígenas Loxicha presos, tratar de organizar la resistencia; realizamos un ayuno y una huelga de hambre; logramos visita colectiva de familiares para los compañeros que nunca habían tenido visita de los mismos, el compromiso de la CNDH de revisar nuestros expedientes y buscar mecanismos para el retorno a centros de reclusión en Oaxaca.
Algunos compañeros salieron libres antes, yo abandoné ese centro de exterminio el once de mayo del 2001 al filo de la media noche.
Llegando a la ciudad de Oaxaca continuamos la incesante búsqueda de libertad para los indígenas presos, la reorganización en las comunidades.
El conocimiento de tanta injusticia cometidas en nombre del estado de derecho, fortaleció la necesidad de continuar los estudios en la Preparatoria número 2, segundo y tercer año; posteriormente, examen en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca.
Estando en la preparatoria hubo elecciones para Rector, elegimos al actual diputado local Francisco Martínez Neri, no es la primer decepción que tenemos, ya antes Hermenegildo Velásquez Ayala se había entregado al muratismo después del rectorado en la UABJO, lo conocí como director de la Preparatoria 2 en mi primer año, antes de la cárcel.
Conocemos la Universidad, enfrentamos la corrupción en la administración del Licenciado Jesús Villavicencio Jiménez.
En la ruta de la libertad para los Presos Loxicha, hemos tenido algunos acercamientos con el ex director de Derecho, Licenciado Pedro Celestino Guzmán Rodríguez, desde tiempo atrás lo ubicábamos como una pieza del diodorismo.
Del actual Rector es pública su inclinación por el priismo y de tener en Josefina Aranda Bezauri su candidata oficial.
Hemos concluido nuestra carrera en la Facultad de Derecho.
Nuestro padrino de generación fue el Licenciado Eduardo Martínez Helmes.
Todo esto viene a colación porque en días recientes la candidata a la rectoría mandó publicar un desplegado donde, sin consultarnos y sin que sepamos de alguna acción suya a favor de los Loxicha, incluye nuestra Organización de Pueblos Indígenas Zapotecos en la firma de dicho desplegado.
Conociendo quienes la impulsan y apoyan, nos enfrentaremos a una posible imposición de estado como en el caso de la Defensoría.
Por lo pronto, este viejo aspirante a licenciado en derecho quiere dejar bien claro que su apoyo ha sido para el Licenciado Eduardo Martínez Helmes y que no fuimos consultados ni por equivocación para apoyar a Josefina Aranda Bezauri.
Consecuentemente:
Juan Sosa Maldonado.
Oaxaca de Juárez, Oaxaca; 13 de mayo de 2012

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