Demagogia y represión ha sido el signo característico de los gobiernos priistas, con el retorno de éste a los Pinos nuevamente se vuelve a implementar como política de Estado, la demagogia para presentar fuera y dentro del país a un gobierno con una falsa careta democrática que dice respetar los derechos humanos y luchar contra la pobreza, en tanto que la miseria, la represión y los crímenes de lesa humanidad son el pan de cada día, esa es la realidad que impera a lo largo y ancho del país, donde el autoritarismo y la represión son parte de una política policiaco-militar.
La “guerra contra la delincuencia” sigue bajo los mismos parámetros contrainsurgentes, con los mismos actores sanguinarios y bajo la misma política de gobierno, ejercer el terrorismo de Estado y seguir desangrando al pueblo, los miles de muertos siguen engrosando las macabras estadísticas de las decenas de miles de víctimas que ha cobrado el régimen neoliberal policiaco-militar.
Del primero de diciembre a la fecha no hay día que no se registre un acto de demagogia y una acción represiva contra el pueblo. El primero de diciembre se reprimió a manifestantes, pero desde el gobierno y medios masivos de comunicación se habló de un enfrentamiento para justificar burdamente el carácter represivo de los nuevos administradores del capital, entre ellos sujetos que ayer se decían ser de izquierda, pero que siempre han estado al servicio de los intereses oligarcas y viviendo del erario público.
El hostigamiento y la represión contra luchadores sociales no ha parado, pero si se ha vuelto más sofisticada, donde la infiltración es el instrumento policiaco-militar que se está utilizando para desde adentro del movimiento popular generar la división, montar la provocación y recabar información para la elaboración de los expedientes político-judiciales para incriminar a opositores políticos y luchadores sociales y así hacer más efectiva la represión, dentro de esos mecanismos está el de mantener como rehenes políticos a quienes están sujetos a procesos judiciales para desmovilizar a quienes no caen en las redes de la corrupción y la infiltración.
El otro rostro de la represión lo encontramos en el paramilitarismo que se pretende institucionalizar como un supuesto reclamo popular, la proliferación de diferentes grupos civiles de autodefensa o policías comunitarias en su mayoría tiene un origen en el Estado bajo el fetiche de la seguridad, constituyendo parte del engranaje, de la lógica represiva y la política contrainsurgente que el Estado mexicano implementa de la mano con el discurso demagógico de respeto a los derechos humanos y una falsa adecuación en la estrategia del combate contra el crimen organizado.
Provocación montada para ingenuos, desinformados y espontaneistas, que sin un análisis sobre fines objetivos y contexto caen en la trampa de la provocación, y son a estos ciudadanos que de buena fe e intenciones se suman a la formación de policías o guardias comunitarias, sin embargo, es en éstos en quienes cae la represión que ya ha cobrado presos y desaparecidos.
Dentro de la lógica contrainsurgente los oportunistas agazapados en el movimiento como “grandes luchadores” coadyuvan perversamente con la provocación montada, desde su perspectiva todo lo miden sobre la taza de la ganancia política y económica recurriendo a discursos según el tiempo político, casi siempre montados en los discursos que hacen culto al comunalismo y al espontaneísmo.
La autodefensa de las masas es una necesidad política, pero esta no tiene nada que ver con los desplantes mediáticos y mucho menos con el proceso de corporativización para recibir reconocimiento y salario. La autodefensa de las masas constituye un conjunto de medidas individuales y colectivas de protección y autoprotección en donde cada acción tiene que ver con la justicia popular y la defensa de los intereses populares. Eminentemente estamos hablando de una lucha política que implican niveles superiores de organización y lucha. Esa es la esencia de la autodefensa de las masas.
El Insurgente: Demagogia y represión signo característico de los gobiernos priístas, EPR.
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