Notas del día, Opinión

El sindicalismo en México y las organizaciones sociales en el marco del análisis de la ley general del servicio profesional docente

Para hablar acerca del sindicalismo en México y las organizaciones sociales, lo primero que debo decir es que desde mi perspectiva, no se trata ni debe tratarse de dos movimientos. Desde el anarquismo magonista y los revolucionarios planteamientos de Emiliano Zapata, después a través de los movimientos obreros, populares y estudiantiles y también mediante la acción en partidos y movimientos políticos de distinta índole, a lo largo del Siglo XX la izquierda mexicana aportó su altísima cuota no sólo de ideas y planteamientos políticos, sino también de sangre y vidas humanas para cincelar el rostro actual de nuestra nación.
 
Por: Flavio Sosa Villavicencio
 
La acción y el pensamiento conjunto de todas las izquierdas, entonces, no la suma sino la sinergia de todas las formas de lucha, forman parte no sólo de la historia de nuestro país, sino también, en alguna medida, de la forma de vida y las opciones de nuestra gente.
 
En el caso nuestro, la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, la APPO de 2006, fue un amplísimo frente de organizaciones sociales, gremiales y de las llamadas “oenegé”, éstas principalmente defensoras de derechos humanos; había incluso empresarios, todos unificados en la lucha contra una tiranía brutal, que afectó en distinta medida a la mayoría de la población y de los sectores del estado, salvo por una pequeña corte de aduladores y sicarios que se beneficiaron de la sangre y del despojo.
 
En el México de hoy, el ala política de las luchas de la izquierda está totalmente desdibujada, permeada hasta la médula por la cultura política priísta. Los movimientos sociales, por su parte, han sido salvajemente golpeados y desprestigiados, lo que les ha ocasionado la ruptura de la simpatía o del vínculo con más amplios sectores de la sociedad, debilitando la capacidad de respuesta en apoyo a la movilización y les pone en la necesidad de reformular sus mecanismos de lucha.
 
Es en ese contexto que se da la reciente embestida contra los derechos laborales del magisterio, que a su vez forma parte del contexto de endurecimiento de las políticas monetaristas mundiales. El acendramiento de la derecha, ya anunciada desde la campaña presidencial de Peña Nieto. Recordarán el asunto de la inversión privada en Pemex como promesa de campaña, aunque ahora se em-peñe en decir lo contrario.
 
La propuesta de ley general del servicio profesional docente, iniciativa del Pacto por México, aunque es secundaria del artículo tercero constitucional, no se trata de una propuesta educativa, sino administrativa, dirigida específicamente a regular las relaciones del gobierno-patrón con sus empleados-trabajadores de la educación. Es, además, una iniciativa centralista que echa por tierra los principios de lo que podría ser el federalismo en la educación, y de manera perversa deja a las autoridades locales como simples operadores de las disposiciones del centro.
 
Entre sus muchas monerías, esta iniciativa establece un periodo de prueba de tres años ininterrumpidos, al término del cual puede el docente ser despedido, cito literalmente, “sin responsabilidad para la autoridad educativa”. Es decir, la ley permitirá contratar a profesores y profesoras para un lapso de tres años y después correrles sin reconocimiento de antigüedad, y sin siquiera derecho a indemnización. Insisto, “sin responsabilidad para la autoridad educativa”.
 
Esta propuesta tiene suficiente material para glosar durante días enteros, así que no me detendré mucho en ello, porque no acabaríamos. Por ahora quisiera expresar sólo algunas dudas: ¿Por qué sí una ley para el servicio profesional docente y no una ley para el servicio profesional médico, por ejemplo, donde la evaluación periódica de las competencias sí puede ser un asunto de vida o muerte? ¿O por qué no una ley para el servicio profesional electoral? ¿O para el servicio profesional policiaco o de seguridad pública, que tantas muertes ha causado a los movimientos sociales y obreros de México? Hasta hoy sólo existe una ley de servicio profesional, la del Servicio Profesional de Carrera para los Servidores Públicos, que beneficia a los funcionarios a partir del nivel de jefe. ¿Por qué en ésta se establece un capítulo de Derechos, por ejemplo, que no figura en la ley para docentes?
 
Además de la campaña mediática para instalar en la opinión pública que la reforma educativa es para beneficiar a la infancia, ahora vemos aterrorizados la detención de varios profesores disidentes, a quienes se acusa de secuestro y otros delitos comunes y federales. Sin poder afirmarlo de manera categórica, no descartamos que sea un intento por criminalizar la lucha social. En este caso las detenciones podrían ser parte de una estrategia para intentar desarticular la oposición magisterial a la reforma educativa y para desprestigiar aún más al gremio disidente.
 
Frente a la crisis por la que atraviesa el movimiento progresista en su conjunto, y en el contexto de una escalada en las medidas contra los intereses del pueblo, ¿cuál es la vía a seguir? ¿Hacia dónde avanzar para evadir el golpe frontal a los derechos de los trabajadores, pero no sólo, sino en general el avance de la derecha, la restricción de derechos, la eliminación de garantías? ¿Por dónde andar nuestros siguientes pasos hacia la democracia, la justicia, la libertad? Aquí es necesario hacer un alto para expresar un reconocimiento a la lucha zapatista, que nos ha brindado mucho más que la mejor poesía social de los últimos 20 años.
 
El movimiento zapatista es ejemplo de muchas cosas para el resto del movimiento social mexicano. La lucha zapatista nos recuerda permanentemente la necesidad de la organización desde la base. Hagamos caso a esa lección, que será fundamental para las luchas que vienen.
 
También será necesaria la unidad. No hay mejor regalo para el enemigo que el desgaste nuestro por las luchas intestinas, entre distintas secciones progresistas, por ejemplo, o entre un gremio y una organización, o entre alas, etcétera, etcétera. La unidad es prerrequisito para enfrentar lo que viene. Lo contrario es condenarnos al fracaso.
 
Por ello debemos comprender en este amplísimo abanico de las izquierdas, de las luchas sociales y gremiales, que nuestros caminos son diferentes pero el horizonte es el mismo; que podemos tener distintas formas de lucha, pero mediante todas podemos avanzar al ideal común. Y que no lo haremos con pugnas internas y descalificaciones de uno a otro lado.
 
En función de lo anterior, también es fundamental que busquemos no la solidaridad, sino el sentido de cuerpo. La solidaridad puede ser perversa, en tanto se trata de sumarnos a la causa de otros. El sentido de cuerpo, en cambio, es virtuoso, pues en él me ocupo de lo que te sucede porque lo que te sucede a ti también me sucede a mí, ambos integrados en un organismo social y conscientes de que nada es ajeno a nada. Se trata entonces de hallar los puntos comunes, los puntos sensibles al resto de la sociedad, para generar un amplísimo movimiento en torno a la defensa del los derechos del pueblo, en este caso contra la reforma educativa.
 
Muchas gracias.
 

Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, 22 de mayo de 2013

 
 

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