Notas del día, Opinión

Maestros, un grito de dignidad: Dip Fed Roberto López Rosado

La presencia de acarreados de diversos municipios del Estado de México en el Zócalo de la capital del país la noche del 15 de septiembre, mostraron la debilidad de Enrique Peña Nieto que necesitó, como la elección del 1 de julio, comparar el “entusiasmo” de la plebe mexiquense.
 
Por: Roberto López Rosado, diputado federal (PRD)
 
Un día antes la fuerza represiva del gobierno federal hizo que los maestros de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE) salieran de la principal plaza del país, no con argumentos ni mucho menos porque hayan atendido e incluido en la Reforma Educativa las propuestas del magisterio nacional.
Al día siguiente una gran mayoría de los medios de comunicación del país destacaban que se había “recuperado” el Zócalo, pero nadie o pocos fueron los que detallaron que se había “recuperado” por un grupo de personas que llegó “arrastrados” a cambio de un pago por su presencia allí como cuando se les entregaron las famosas tarjetas Soriana por haber votado por el propio Peña Nieto.
Los maestros, una gran mayoría de ellos, habían llegado al Zócalo de la capital del país, no por una torta o por unos cuantos pesos o por una tarjeta Soriana. Llegaron ahí, a protestar, a reclamar una Reforma Educativa que golpea a los maestros; pidieron se les escuchara pero sólo se les oyó, nunca se les atendió y fue falso que sus demandas principales se hubieran incluido en la Reforma.
La noche del 15 de septiembre dejó marcado a Peña Nieto y a su gobierno que con reformas golpea a trabajadores, a los maestros, a la clase media. Peña Nieto que sigue creyendo que los problemas del país se resuelven con el acarreo de incondicionales de quienes se aprovecha de su pobreza, de su ignorancia, que lejos están de expresar su descontento social como sí lo hacen los maestros.
La fuerza represiva del gobierno “recuperó” sí, el Zócalo; “recuperó sí, el espacio para que se llenara con acarreados aduladores. Lo que no recuperó fue la credibilidad de un gobierno lejano a su población; un gobierno que teme al pueblo a quien tiene que vigilar para que, al menos, no lo abuchee.
En la explanada del Monumento a la Revolución lo que se recuperó fue el espíritu del grito de independencia sinónimo hoy de la “resistencia y desobediencia” donde maestros y ciudadanos recuperamos también un grito de dignidad.

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