Que tristeza me da formar parte de esta legislatura porque lamentablemente el PRI, el PAN, el Partido Verde y el Panal habrán de aprobar las reformas secundarias en materia energética: el mayor atraco a la nación, la mayor traición a la patria, pero a la vez, por fortuna, esto me permitirá a luchar y puedo decir, parafraseando al enorme Presidente chileno, Salvador Allende cuando en un mensaje a su pueblo, previo al golpe de Estado, del 11 de septiembre de 1973 dijo: “Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”.
Por: Roberto López Rosado*
Enrique Peña Nieto y su partido, han venido presumiendo que las reformas “darán a México una mayor proyección y mayor modernidad…”; “…habrán de imprimirle un paso mucho más acelerado, que asegure mejores condiciones para todos los mexicanos…” y que los cambios en el sector se reflejarán en el bolsillo de los mexicanos “al reducir el costo de la luz y el gas”.
Desde la izquierda y no sólo desde el PRD donde milito sino desde otros partidos como Movimiento Ciudadano, Partido del Trabajo, Morena, la sociedad civil, especialistas en el tema como el Premio Nobel de química, Mario Molina o el cineasta, Alfonso Quaron han externado su desacuerdo con la reforma energética. Desde la derecha y desde el propio gobierno se nos ha querido descalificar porque presuntamente estamos en contra de la “modernidad” y muchos calificativos más que pretenden desvirtuar lo que en realidad hay de trasfondo.
Sin el mayor rubor y el máximo cinismo, Peña Nieto afirman que los precios de la luz, el gas y la gasolina van a bajar. La reforma significa libre mercado, y en el libre mercado los precios están por arriba, se quita los subsidios, por lo que miente cuando ofrece que las clases bajas van a pagar menos cuando les lleguen sus recibos..
La soberanía está en riesgo porque se aniquila la propiedad social, ejidal y comunal, el agua del país quedará concesionada a los particulares a través del despojo de tierras, bosques y selvas. En 17 leyes quedará asentado este gran atraco.
En el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, se realizaron reformas y aquel, prometía, igual, el “Reino de los Cielos” y “El Paraíso” para todos los mexicanos. El ejemplo más destacado es el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
En su mensaje con motivo de la culminación del TLC con Estados Unidos y Canadá, el 12 de agosto de 1992, Salinas afirmaba: “Pero, sobre todo, el Tratado significa más empleo y mejor pagado para los mexicanos. Esto es lo fundamental; y es así, porque vendrán más capitales, más inversión, que quiere decir más oportunidades de empleo aquí, en nuestro país, para nuestros compatriotas. En palabras sencillas, podremos crecer más rápido y entonces concentrar mejor nuestra atención para beneficiar a quienes menos tienen”.
Salinas seguía: “También promoveremos que los beneficios del Tratado lleguen a todas las regiones del país y a todos los sectores productivos; es decir, a todas las familias. Y para eso tenemos que seguir saneando nuestra economía y hacer crecer la infraestructura de comunicaciones, carreteras, servicios y que lleguen empresas e industrias a donde vive la gente. Con esto se propiciará un desarrollo más equilibrado, se fortalecerá nuestro mercado interno y lo más importante, se promoverá más justicia a lo largo de nuestra patria”. Demagogia pura la de ayer como la de hoy, aderezada con un enorme toque de cinismo.
Hoy quienes han promovido no sólo la reforma energética, sino también la hacendaria, la laboral, la educativa, la de telecomunicaciones son lo mismo, independientemente si son del PRI, PAN, PV o Panal, son corifeos, empleados, criados, vasallos, subalternos del gran capital que sin importar ser a imagen y semejanza, de un Juan Nepomuseno, de un Antonio López de Santana, de un Victoriano Huerta, de un Diego Fernández de Ceballos, de un Vicente Fox, de un Felpe Calderón, o de un Carlos Salinas de Gortari, están entregados a sus patrones, a sus dueños, de sus señores, porque al final serán recompensados, los veremos en algún cargo como directivos de las empresas de sus superiores, de sus patrones.
La historia se repite. Hoy estamos ante un cúmulo de promesas que se remachan hasta el cansancio, que ofrecen también el “Reino de los Cielos” y “El Paraíso”. Afirma Peña que habrá más empleos, mejor pagados, mejores condiciones de vida; que el país transitará por las rutas del progreso, crecimiento en la economía; que se crearán más y mejores escuelas y más hospitales, programas sociales, carreteras y servicios de agua. Para su desgracia los hechos en lo que va de su administración lo desmienten.
Estamos, desgraciadamente no sólo ante un grupo de tecnócratas que están muy lejos de conocer lo que significaron las luchas nacionalistas por recuperar nuestras riquezas; están muy lejos de comprender y sentir lo que significó para el pueblo la nacionalización de nuestro petróleo, están muy lejos de apreciar el paso que dio Adolfo López Mateos cuando nacionalizó la industria eléctrica. Están muy lejos, pero muy lejos de reconocer aquel momento en que el pueblo se desbordó al ofrecer sus pocas pertenencias: sus guajolotes, su puercos, una que otra alhaja, pero sobre todo su apoyo moral al Presidente Lázaro Cárdenas cuando decidió enfrentar a los grandes consorcios trasnacionales que se llevaban nuestras riquezas energéticas y dejaban unas cuantas migajas de la llamada renta petrolera.
Hoy Peña Nieto como sin duda cada Senador, cada Diputado que hayan votado para entregar nuestras riquezas naturales pasarán sin duda a la historia, sus nombres quedarán grabados en la memoria de este país. Sus nombres se escribirán no en letras de oro, sino en letras oscuras, en letras negras que rezarán: “TRAIDOR A LA PATRIA”.
*Diputado federal del PRD por Oaxaca.
Traidores a la Patria
Comentarios en Facebook



