Notas del día, Opinión

Yo no olvido el año viejo  I

Estamos en lo últimos días de este 2014. En las siguientes líneas de esta entrega y la de la próxima semana, intentaré hacer un balance de lo que ha representado este año para nuestro país, en particular para el gobierno, en una primera entrega y, en la siguiente, lo que ha significado para el Partido de la Revolución Democrática que creo, los y las perredistas, estamos obligados a hacer un importante ejercicio de reflexión y autocrítica.
 
Por Roberto López Rosado*
 
Escribo esta reflexión un año después -el 12 de diciembre, día que los mexicanos celebramos a la Virgen de Guadalupe- de que se consumó lo que llamamos en su momento el mayor atraco a la nación. Ese 12 de diciembre de 2013, el gobierno de Enrique Peña Nieto, su partido, el PRI; sus aliados, el Verde Ecologista y el Panal, junto con el PAN aprobaron entre gritos de euforia lo que ellos aseguraban iba a ser la gran palanca del cambio: la reforma energética.
En aquel momento no pasaba por la cabeza de nadie lo que iba a suceder meses después. Ya lo he recordado en otros momentos. Luis Videgaray presumía: “México es considerado por los principales organismos y por la comunidad financiera internacional como emblema del proceso de transformación que se requiere en el mundo y como uno de los países emergentes mejor preparado para enfrentar la volatilidad económica y financiera en los mercados del mundo”.
El año arrancó con una campaña mediática para convencer de las bondades de la reforma. Peña, ofrecía que habría más empleos, mejor pagados, mejores condiciones de vida; que el país transitará por las rutas del progreso, crecimiento en la economía; que se crearían más y mejores escuelas y más hospitales, programas sociales, carreteras y servicios de agua, paz y seguridad.
Con el paso de las semanas, el castillo construido en el aire, se empezó a desmoronar. Los hechos, día a día desmentían al Presidente al grado que las expectativas que se habían creado los empresarios comenzaron a transformarse en serias dudas sobre el proyecto del nuevo PRI. Las reformas estructurales que a decir de Peña Nieto iban atraer inversión privada en petróleo y electricidad y en otros muchos sectores, además de trabajo, mucho trabajo, nada más habían sido una fantasía, una “realidad” virtual.
Los meses siguieron transcurriendo, y como en tiempos de Carlos Salinas de Gortari quien, igual, en campañas propagandísticas, vendía la idea de que México era ya parte de los países más avanzados e importantes del mundo. Lo mismo sostenía Peña Nieto –no es difícil olvidarlo-, cuando el mundo se le vino encima.
El asesinato de civiles a manos de elementos del Ejército en Tlatlaya y luego la desaparición de 43 estudiantes normalistas del municipio de Ayotzinapa, Guerrero, han venido a ser una lápida sobre el gobierno del priísta. La tierra le ha significado la ya famosa Casa Blanca. Nadie, absolutamente nadie, ni entre los mismos priístas que públicamente lo defienden, pero que en corto reconocen: “la verdad está cabrón”. No creen que la casa de las Lomas de Chapultepec fue comprada con lo que Televisa le pagó a la señora Angélica Rivera.
Antes de que llegaran Vicente Fox y Felipe Calderón a Los Pinos, se decía que el poder de los presidentes priístas empezaba acabarse cuando se destapaba al nuevo ungido, al nuevo señor, al nuevo rey. Como nunca, el poder de Enrique Peña Nieto, si acaso, a lo mucho, logró sumar dos años. Es decir un sexenio de dos años. ¡Para Replay!
Por ejemplo, hace unas semanas, la famosa revista Forbes destacó que Peña Nieto, había caído 23 lugares en su lista anual de las personas más poderosas del mundo, pasando hasta el sitio 60, cuando apenas el año pasado estaba en el lugar 37.
Igual, Peña Nieto no ha podido con el paquete a pesar de su flamante “Ministro de Finanzas del Año 2014” como lo nombró la revista Euromoney, “en reconocimiento a su participación en el logro e implementación de las reformas estructurales”.
Para The Economist el fracaso perseguirá al presidente si no logra hacer avanzar la economía de México antes de que finalice su sexenio. Un hecho es claro, las expectativas de crecimiento del país, una y otra vez, se han visto recortadas. La generación de empleos apenas ha significado un ligerísimo alivio. Son de esos trabajos temporales pero no fijos. Como dice The Economist, la razón principal por la que no crece México, es por su “mediocre” desempeño. Por ello, vuelvo a citar al periodista Leo Zukermann quien preguntó: “¿Dónde ha quedado ese gobierno que estaba “salvando a México”? ¿Qué pasó con la gran capacidad de operar y la eficacia para solucionar los problemas del país?
Como escribí semanas atrás: “Y el engrudo se les hizo bolas”. Peña no da una como en aquel momento que quiso hacer suyo el grito “¡Todos somos Ayotzinapa!” En respuesta, recibió una andanada tuiters: “Tú no eres Ayotzinapa, ¡Tú eres Totalmente Atlacomulco!”, y luego cuando pidió a los padres de los 43 estudiantes desaparecidos, “¡ya supérenlo!”. Lo mismo, todo mundo se le fue encima, no sólo sus detractores, sino también aquellos analistas que no pueden ser acusados ni de enemigos ni amigos del presidente.
Una raya más a la falta de credibilidad del gobierno peñista. Información difundida por la revista Proceso el domingo 14 de este mes con el que termina el año,  ofrece una nueva versión de lo ocurrido la noche del 26 de septiembre de 2014. Muestra que la “historia oficial” dada a conocer por la PGR sobre el destino de los estudiantes  de Ayotzinapa desaparecidos, es falsa, que la policía federal participó en aquellos hechos  con la colaboración, incluso, del Ejército. En aquella colaboración destaqué que a Peña Nieto le estaba estallando una bomba tras de otra, que no había sabido desactivarlas, que cuando presumía que estaba “moviendo a México”, que estaba “transformando al país rumbo hacia un nuevo México”, el engrudo se le había hecho bolas.
“El Nuevo PRI” y su presidente, aquel famoso candidato con el que supuestamente las mujeres irían con él hasta el colchón, perdió su “encanto”, su sex-appeal; son más de lo mismo del viejo PRI que nos quieren hacer creer que ya se fue. Sus trampas, mañas y cochinadas son las mismas de siempre. No han cambiado a pesar de que el país y los y las mexicanas sí lo han hecho, pero para su desgracia ellos no han entendido que la sociedad mexicana es otra, incluso la rural.
Como ejemplo de que son lo mismo, está su intención de crear un Consejo de “Integridad” que presuntamente sería una entidad pública para enfrentar, para acabar con la corrupción pero estaría encabezado por el Presidente de la República y conformado por los gobernadores, que sería la parte central del sistema anticorrupción, es decir, ellos mismos se cuidarían las manos. Diría alguien. “La iglesia en manos de Lutero”. Es una vacilada, una acción sinvergüenza, cínica, o como diría Mauricio Merino, “una tomada de pelo”.
Esa canción que para estas fechas es tocada en todas las estaciones del país que dice: “Yo no olvido al año viejo, porque me ha dejado cosas muy buenas…”, es contrastante con la letra que cualquier mexicano pudiéramos cantar en estos últimos días de este 2014.
Por todo esto, la verdad, yo tampoco olvido el año viejo, porque al país, con este gobierno encabezado por Peña Nieto, no nos ha dejado cosas muy buenas, aunque a Tony Camargo sí, al menos le dejó: “una chiva, una burra negra, una yegua blanca y una buena suegra…”.
 
*Diputado Federal del PRD por Oaxaca
 
 

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