*Vaya la presente a manera de saludo de año nuevo y con la firme convicción de seguir defendiendo derechos humanos, manifestamos que no nos rendiremos, porque si: Sobrevivimos a la desaparición forzada y a las más crueles torturas físicas y psicológicas. Después de casi tres años de ilegal prisión logramos una sentencia absolutoria y la libertad.
Sobrevivimos a la presión política del Estado Mexicano para que dejáramos de defender a los indígenas de la Región Loxicha y derechos humanos por más de doce años, mientras veíamos caer asesinados uno tras otro a los líderes comunitarios o de organizaciones sociales, a nuestros compañeros de lucha; mientras para los otros el destierro la cárcel o la desaparición forzada ha sido el cruel castigo.
Sobrevivimos al intento de ejecución extrajudicial aquél fatídico 16 de octubre de 2013, no correría la misma suerte nuestra compañera Rocío Mesino Mesino que pereció ejecutada el día 19 de ese mismo mes y año.
Abandonar nuestra casa significó que nunca más tendríamos el calor de ese hogar que con tanto amor y con nuestras propias manos construimos; que nuestros hijos no volverían a su colegio, no volverían a jugar con sus amigos, amigos de los que ni siquiera pudieron despedirse; huir, una palabra que da miedo de solamente pensarla, tal vez peor que dejar, dejar nuestras familias, ya no probaremos las ricas tortillas calentitas de la abuela materna, el atole o las rosquillas que nos traía la abuela paterna cuando iba a Zoquitlán; dejar nuestras camas, esas camas en la que jamás volveremos a acostarnos, jamás.
Entonces creemos que podremos sobrevivir a nuestra condición de refugiados, de desterrados de nuestra noble patria, estos son algunos pormenores:
INTENTO DE EJECUCIÓN EXTRAJUDICIAL.- Cuando lo encontramos aquél martes 15 de octubre de 2013 a dos cuadras de nuestra casa, totalmente enfundado en un traje de motociclista, de negro hasta los guantes, el corazón me dio un vuelco: supe que habían venido a cumplir su amenaza hecha 15 años atrás, cuando, al entregarme al grupo de policías judiciales del Estado, quienes me presentarían después de 25 infernales días de desaparición forzada y torturas tanto físicas como psicológicas, en tono que no dejaba lugar a dudas, escuché:
“¡Si denuncias lo que te hicimos, regresamos por ti, y dile a tu mujer que se deje de pendejadas o se los va a llevar la chingada!”
Eran las 7:20 de la mañana e íbamos los cinco integrantes de nuestra familia rumbo al colegio de nuestros tres menores hijos; yo manejaba nuestro viejo Volkswagen sedán, modelo 1976, del lado del copiloto viajaba nuestro hijo Miguel Bulmaro que entonces tenía 16 años y cursaba el tercer semestre de educación preparatoria, en el asiento trasero mi esposa Leonor PERALTA CASTELLANOS y nuestras hijas: Dulce Aleida de 10 años de edad, ella cursaba el quinto grado de educación primaria; Sheila Itzel de seis años de edad cursaba el primer año de educación primaria. Lo vimos justo cuando doblamos a la izquierda y en la siguiente esquina doblamos a la derecha para bajar rumbo al sur, hacia el centro de la ciudad de Oaxaca. Cuadras más adelante, ahora de lado derecho nos esperaba justo donde teníamos que doblar a la izquierda y empezar a subir la empinada cuesta, efectivamente, como lo pensé; trató de emparejarse en la parte más complicada de la calle, tuve que acelerar cuanto el motor lo permitió y doblar a la derecha, rebasar a un pesado camión de carga que iba delante de nosotros a media cuadra y doblar otra vez a la izquierda; es en este punto donde se empareja pero varios vehículos en sentido contrario hacen posible que sin detenerme en los topes y rebasando los vehículos de otros particulares yo pueda adelantar justo enfrente de un colegio particular; la siguiente cuadra es una pendiente que me permite alcanzar cierta velocidad pero lo traemos justo detrás y me veo obligado a virar bruscamente a la izquierda; una recta de varias cuadras se abre frente a nosotros y nos acercamos a la zona donde hay patrullaje de los policías, de tal modo que después de tres cuadras de una loca carrera se estaciona en la banqueta observando cómo seguimos sin detenernos hasta llegar al colegio donde dejamos a nuestros hijos.
Habitualmente dejo el vehículo aquí hasta la hora de la salida del colegio de los hijos, pero ahora tengo miedo de ir a pie y salgo con Leonor hacia la zona comercial, ella tiene miedo pero la dejo en el supermercado para comprar la despensa, yo tengo que ir a los juzgados pero antes me comunico con la Licenciada Yesica Sánchez Maya para ponerla al tanto de la situación, ella recomienda estar totalmente alertas. De regreso en la tarde, todo parece normal y nos han sucedido tantas cosas y me siento en tal estado de indefensión que solamente decido que suceda lo que suceda debo estar presentable, acompañado de Leonor bajo unas cuadras a cortarme el pelo.
El miércoles 16 de octubre de 2013, a las 7:25 de la mañana, aproximadamente, se consumó el intento de ejecución extrajudicial, cuando otra vez, iba acompañado de mi esposa y nuestros tres hijos menores de edad a bordo de nuestro Volkswagen color blanco, tipo sedán, en el trayecto de nuestra casa al colegio de nuestros tres hijos; pudimos observar al mismo hombre del día anterior totalmente enfundado en traje de motociclista, armado con arma larga con la que nos hizo por lo menos 5 disparos; razón por la que nuestro vehículo tiene tres impactos de bala, uno en la puerta izquierda y dos en la parte trasera; haber realizado una rápida maniobra para ponernos a salvo evitó que el agresor consumara la ejecución, pero mi esposa y nuestros menores hijos se asustaran mucho:
Acostumbrado a este tipo de sobresaltos desde hace mucho tiempo, con todos los sentidos alerta pero sin tensar el cuerpo para estar en posibilidades de reaccionar inmediatamente, justo antes de alcanzar el cruce de la empinada calle voltee a la izquierda para ver que no viniera vehículo y poder dar vuelta a la derecha: lo vi de frente, pie a tierra empuñando el arma larga firmemente y con gesto decidido apuntándome a la cabeza; como si fuera una descarga eléctrica reaccioné pisando hasta el fondo el acelerador del vehículo recién ajustado, el rugir del motor se confundió con los disparos mientras la unidad prácticamente saltaba hacia delante entre el chirriar de llantas, humo del motor y llanta quemada; en un mismo acto volantee a la derecha y les grité a mi esposa y mis hijos que se agacharan mientras yo me agachaba y maniobraba para no ser blanco fácil del agresor, oí como los disparos sonaron ensordecedores mientras mis hijos y mi esposa gritaban; pensé que había llegado mi fin, lo más aterrador era saber que mis hijos y mi esposa podrían salir lastimados o perder la vida; maniobré de tal manera que en cuestión de segundos alcanzamos la siguiente esquina mientras hacía una revisión mental de daños y les preguntaba a mi esposa y mis hijos si estaban bien; no paramos hasta llegar a la escuela a la que acuden nuestros tres menores hijos y ahí me bajé del vehículo para ver cómo estaba mi familia; fue cuando me di cuenta que el primer disparo dirigido a la cabeza había quedado alojado en la puerta del conductor sobre el elevador de acero del vidrio, traía la llanta trasera izquierda pinchada y un tercer disparo en la salpicadera derecha.
Dimos aviso a las autoridades y organizaciones defensoras de derechos humanos. Nuestros tres menores hijos se quedaron en el colegio, previa notificación a los directivos de lo que había ocurrido.
Las corporaciones policiacas se presentaron al lugar de los hechos e iniciaron las primeras diligencias, fuimos trasladados a la Fiscalía de Investigación en Delitos de Trascendencia Social, iniciándose la Averiguación Previa número 48/FIDTS/2013; decidimos abandonar la casa con el apoyo de las compañeras de Consorcio para el Diálogo Parlamentario y la Equidad y la LIMEDDH.
El 19 de octubre, en el estado de Guerrero, con el mismo modo de operar fue ejecutada la compañera Rocío Mesino Mesino, el estado también resulta responsable.
Durante más de un mes los funcionarios gabinistas nos trajeron de arriba a abajo en constantes reuniones y con conciencia plena de que lo único que hacían era ponernos más en riesgo; cansados de todo esto, el 21 de noviembre de 2013, abandonamos la ciudad de Oaxaca y un día después nuestro país, engrosábamos así las filas de los desplazados por motivos políticos.
Solidarios brazos nos acogían sin condiciones en extrañas y lejanas latitudes.
Dos meses después recibíamos la grata noticia de que Amnistía Internacional nos aceptaba en el Programa Temporal de Protección a Defensores y Defensoras de Derechos Humanos, comenzó entonces el largo camino para que se nos otorgara el visado para poder viajar a España.
El 29 de abril del 2014 descendíamos de un avión en el aeropuerto de Madrid, la primavera era agradable, la Ciudad se encontraba de fiesta.
Nuestro peregrinar es una historia común en el mundo, nuestros antepasados llegaron de lejanas tierras a establecerse en lo que posteriormente sería Tenochtitlán en lo que ahora es la gran Ciudad de México, luego sufrieron la conquista genocida hasta casi desaparecerlos, Cuauhtémoc fue el último gobernante Azteca, Hernán Cortés lo hizo prisionero y torturó quemándole los pies hasta dejarlo tullido y cojo, cuatro años después de cruel cautiverio lo ahorcó colgándole de un árbol.
La muerte arrasó a los miserables esclavos a tal grado que se trajeron esclavos negros de África para seguir explotando las minas y tierras. Así, en 1810 cuando los conquistadores decidieron independizarse de España, los esclavos indígenas integraron los ejércitos independentistas prometiéndoseles la abolición de la esclavitud; sin embargo 100 años más tarde, en 1910, en las haciendas españolas los y las esclavas indígenas se encargaban de producir la tierra del patrón; otra vez, fueron la carne de cañón de una revolución que dejó sobre el campo de batalla más de un millón de muertos. Hoy, casi 100 años después del falso triunfo de la Revolución Mexicana, los indígenas son los nuevos esclavos de nuestros días, se hacinan en las prisiones mexicanas y son las víctimas inermes de una dictadura del capital, donde los partidos políticos ofertan a los gerentes administradores de un país en bancarrota que se ofrece al mejor postor, esclavos incluidos.
Terminar con la resistencia en una guerra contra insurgente es el plan de las nuevas políticas puestas en marcha por un Plan Mérida que se implementa calladamente ante el desconcierto de la población que no acierta a aglutinarse en un frente común para defender la vida y la libertad, frente a los tres niveles de gobierno.
Así, aunque es doloroso aceptarlo, somos los desplazados de esta guerra que nos ha lanzado a vagar por el mundo, pero:
No nos olvidamos de las y los desaparecidos.
No nos olvidamos de las y los presos, de las y los torturados.
No nos olvidamos de las y los ejecutados.
No nos olvidamos de las y los desplazados.
No nos olvidamos de la represión, de la guerra sucia.
No nos olvidamos de las victimas de la dictadura.
No nos olvidamos de pedir castigo para los responsables de estos delitos de lesa humanidad.
En suma:
Seguiremos luchando.
Juan Sosa Maldonado
Defensor de derechos humanos
Un año más de lucha: Juan Sosa
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